Es diferente hacer un juego que entrar en un estado de juego. Cuando hablamos de juego expresivo en la risoterapia o en la TERP nos referimos a esto último, entrar en un estado de juego.
Este estado tiene que ver con la inocencia, un lugar interior que alcanzamos cuando decidimos conscientemente abandonar el juicio al otro y la autocensura. Este estado tiene que ver con reencontrarnos con la libertad de ser, de expresarnos y mostrarnos tal y como somos, como cuando fuimos niños.
Para entrar en este estado ha de combinarse una serie de factores. La primera es tomar la decisión de ponerme a jugar en esta dirección, y esto es, dejar el miedo a un lado o por lo menos atreverse a pesar del miedo. El miedo al rechazo del otro, que tiene que ver con lo que llamamos vergüenza.
Pero...¿Atreverse a qué? En esencia a usar el cuerpo como vehículo de comunicación, a imaginar y crear junto a otros, a entrar en un mundo donde todo es posible y por lo tanto, no se sigue ninguna lógica, se siente más que se piensa... si nos comunicamos desde ahí, entonces estamos jugando.
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